Nacido en el corazón de Mónaco, la joya de la corona más icónica e histórica de las carreras de la F1, Charles Leclerc disfrutó por el hecho de crecer inmerso en medio de décadas de herencia de F1 dentro de una familia rica que también tenía tradición automovilística.

Inspirándose en su padre Herve, que alguna vez fue un destacado piloto de Fórmula 3, mientras vivía rodeado de grandes personalidades de la F1 que eligieron residir en el Principado, el camino de Leclerc hacia la máxima categoría del automovilismo estaba prácticamente asegurado.

Aun así, el rápido ascenso de Leclerc a través de las categorías inferiores dejó entrever un talento al alcance de muy pocos, gracias a lo que llamó rápidamente la atención tras sus títulos de karting antes de dejar su huella en las series de monoplazas.

El monegasco acabó cuarto en la general de la Fórmula 3 en 2015, en sólo su segunda campaña con monoplazas, un año en la que destacó su segundo puesto en el Gran Premio de Macao, Leclerc fue acogido por la Ferrari Driver Academy.

Después de arrasar con dos títulos consecutivos de GP3 Series y Fórmula 2 con ART Grand Prix y Prema Racing respectivamente, dio el salto a la Fórmula 1 de la mano de Alfa Romeo en 2018 y, sorprendentemente, recaló en las filas de Ferrari tan sólo un año después.